El ovetense José Luis Ramos tiene 35 años y desde hace cuatro se dedica en cuerpo y alma (18 horas al día) a mimar y sacar adelante su empresa de lencería masculina y femenina, A.R.G, o lo que es lo mismo, el nombre de su primera hija: Ainara Ramos.
“Es una marca especial, a la que decido otorgar un valor añadido”, explica el joven, que siempre ha estado relacionado con la moda deportiva. Y en este caso, el valor añadido son las obras de grafiteros, e ilustradores que colaboran con la marca, estampando sus dibujos sobre la ropa interior. “Me gusta pensar que el cliente, además de llevarse una prenda, se lleva una obra de arte única”, explica. Con la premisa de hacer moda cómoda, para el día a día, pero con alto diseño, Ramos nunca se ha cerrado puertas, ni impuesto cotas.
Deja claro que todo lo hizo por “amor”, pero no por amor a una persona, sino a un trabajo que, por encima de todo, quiere que sea el mejor en su categoría. Así que, desde 2006, año en que fundó la empresa junto con su socio David Cantolla (co-creador de los dibujos Pocoyo) el ovetense ha puesto toda la carne en el asador.
“Quería una distribución a escala mundial, y eso no me lo podían ofrecer en ningún país, excepto en China”, cuenta. Ni corto, ni perezoso se lanzó a la “aventura” en un país donde ni conocía el idioma, ni mucho menos compartía su idea de gastronomía. Eso no le impidió comer ratas y entenderse con los chinos, ahora principal vértice para el desarrollo de su empresa, cuya sede se encuentra ubicada en Lugones. Permaneció en China tres años. “Compré hilo y estuve pendiente de la fabricación de las prendas desde el inicio, hasta que ya salían manofacturadas”, cuenta.
Su relación con el país asiático sigue siendo estable, ya que viaja allí al menos una vez al mes, y permanece una semana. Y es que los chinos le elaboran 300.000 unidades al mes. Pero, después de las cantidades llega el proceso de marketing y publicidad. Para ello, José Luis echa mano de la imaginación.
“Cuidamos mucho la imagen, nos publicitamos en anuncios de televisión y revistas, pero también en la calle con ideas originales”, asegura el joven ovetense. Una de esas ideas, fue la de regalar ropa interior a aquellas personas que estuvieran dispuestas a abandonar la suya por un rato y dejarse fotografiar con una de la marca A.R.G. También ideó escaparates vivientes y deportistas de élite visten sus prendas para promocionarlas.
Así que, si dispusiera de lencería convertida en obra de arte, ¿sería capaz de esconderla en el cajón de la cómoda?